La historia de la cárcel de Senillosa parece de nunca terminar. La millonaria obra fue licitada en el año 2003, por el entonces gobierno de Jorge Sobisch, y construida por la empresa Riva S.A.. En total el Estado se gastó más de 100 millones de pesos en el penal.

El costo millonario para una obra sin retorno, construida en una localidad con grandes y urgentes necesidades. www.neuquen24horas.com
En el 2008 la empresa entregó al gobierno provincial la obra concluida. Pasaron 5 años y aun se desconoce con certeza cual será el futuro del predio.
La cárcel de Senillosa fue pensada para albergar a 600 internos, la misma cantidad de personas que cumplen condena efectiva en el resto de las unidades penitenciarias de la provincia.
Para ponerla en funcionamiento se necesitan por lo menos 400 efectivos, hoy no llegan a 50 los guardias disponibles.
El 10 de abril de 2012, luego de tres años de investigación, el fiscal de Delitos contra la Administración Pública, Ignacio Di Maggio, resolvió archivar la causa por supuestos sobreprecios en la cárcel de Senillosa.
A su vez, el funcionario judicial confirmaba “la existencia de múltiples falencias edilicias y funcionales” en la obra que demandó más de 100 millones de pesos pero que aún no se inauguró.
Uno de los elementos en los que se basó fueron los análisis de los peritos contables sobre la evolución de los precios, donde se establece que los 41 millones de pesos de 2004 equivalieron a los 105 de enero de 2008.
Ese mismo año (2008), salía a la luz, supuestamente, la razón de tanto atraso: la falta de una línea energética con suficiente potencia para abastecer el complejo; la instalación de cables internos a la vista; riesgo de inundación; y sectores que las cámaras de seguridad no alcanzan a cubrir, entre otros.
En marzo de este año (2013), otra vez se dilató la puesta en funcionamiento del penal por cuestiones edilicias y presupuestarias. En ese entonces, estimaron que se necesitaban unos 10 millones de pesos más para ponerla en funcionamiento.
Después, el 26 de junio, el gobernador Jorge Sapag anunció que la puesta en funcionamiento de la cárcel de Senillosa se materializará «si Dios quiere» en septiembre.
Pasó septiembre y nada. Una vez más la apertura del millonario edificio carcelario que le costó al Estado lo que el municipio de Senillosa necesita para funcionar por cuatro años.
Pero la historia no termina ahí. El 11 de octubre, grande fue la sorpresa al conocerse que del edificio sin inaugurar faltaban teléfonos fijos, CPUs, monitores y al menos una heladera de enfermería.
Por el hecho, pasaron a disponibilidad al comisario encargado de la cárcel de Senillosa y a un sargento tras comprobarse en una investigación interna.
100 millones de pesos para una obra inconclusa. Seguramente mucho más de lo que se necesita para terminar el tercer puente que unirá las provincias de Neuquén y Río Negro. Mucho menos que esa cifra se necesita para obras de cloacas o una planta de tratamiento de líquidos cloacales que urge a la ciudad de Senillosa y que mejorará sustancialmente la calidad de vida de miles de vecinos. Pero las prioridades de unos, no siempre son las de otros.
La contracara, a pocas cuadras de donde se emplaza la cárcel se encuentra el hospital local que agudiza una crisis ante la falta de médicos «por falta de presupuesto». Por mucho menos de 100 millones, se hubiese resuelto.
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