El tránsito caótico en la ciudad neuquina tiene un porqué y es el proyecto de pavimentación municipal. “Será necesario tener mucha paciencia porque esto va a durar hasta fin de año”, dijo el secretario de Coordinación e Infraestructura de la municipalidad de Neuquén, Alejandro Nicola.
“Será necesario tener mucha paciencia porque esto va a durar hasta fin de año”, dijo el secretario de Coordinación e Infraestructura de la municipalidad de Neuquén, Alejandro Nicola, al referirse al plan intensivo de pavimentación que está en ejecución.
Actualmente, el municipio tiene listas para desembarcar a dos empresas que se harán cargo de asfaltar dos sectores diferentes de la ciudad, que comprenden en total 35 cuadras. Se suman en proceso de licitación otras 12 zonas con 227 cuadradas para un futuro mediato. Y otros 13 sectores que comprenden 226 cuadras más sobre las cuales se están elaborando las propuestas ejecutivas. En total se está hablando de 535 cuadras. “Vamos a muy buen ritmo así que es probable que este año sumemos otras 150 cuadradas más”, aclaró Nicola.
A todos estos obradores, hay que sumarle los 84.000 metros cuadrados de bacheo planificados para este año que se traducen en 15 obras de reparaciones al mismo tiempo. Cada una de ellas obliga a delimitar el obra, reducir el ancho de la calzada, en algunos casos y desviar el tránsito en otros, por un plazo máximo de cinco días si se trata de hormigón y un día si es asfalto.
“Las obras son necesarias para la ciudad. Un calle asfaltada mejora la circulación y le da seguridad. Cuando hay baches hay quejas porque son peligrosos y se rompen los autos. Cuando estamos tapando los pozos, hay quejas porque no se puede pasar o el paso es con dificultad. Estas obras son para todos los vecinos de la ciudad por eso les pedimos paciencia”, dijo el secretario de Coordinación e infraestructura.
Y a modo de ejemplo mencionó cómo cambió la circulación en la zona con la pavimentación de calle Ignacio Rivas hacia el río Limay. O en calle Zeballos, obra a pronto de terminarse, solo falta extender el asfalto desde Crouzeilles hasta la rotonda del aeropuerto Juan Perón. Y el listado podría seguir con Necochea, Belgrano, 12 de Septiembre, O´Connor, Anaya, Saavedra y Boer, entre otras.
Con este panorama, es imposible no estar de acuerdo con el funcionario municipal y respirar hondo antes de salir a recorrer en auto las calles de la ciudad. Desde los cuatro puntos cardinales hacia el centro de la capital existen los denominados “corralitos”, vallas que alertan sobre la presencia de obras. En otros lugares las calles son cortadas al tránsito para la colocación de caños de agua y cloacas, tareas que son necesarias realizar antes de pavimentar.
Todas tienen un denominación en común: embotellamientos, extensas filas de vehículos, sendas peatonales invadidas por ruedas y peatones que cruzan entre los autos cuyos conductores ya no tienen ni un miligramo de paciencia para esperar unos segundos más. Semáforos que no se respetan, maniobras indebidas, ingresos en contramano en calles de un solo sentido, giros en U, bocinazos e insultos varios.
Desde Tránsito municipal comentaron que es muy difícil que los automovilistas entiendan que las obras no justifican violar las normas de tránsito. “Vemos muy seguido que la gente comete infracciones delante nuestro. Cuando les llamamos la atención la respuesta es: y por donde quiere que pase sin está todo cortado”.
César,un obrero que trabaja en una de las obras de pavimentación, agregó: “Para nosotros, los bocinazos y los gritos son música. Es una constante. Parece que muchos creen que por tocar bocina el de adelante se va a apurar o la valla va a desaparecer”, comentó.
Y así se vuelve al principio: “habrá que tener paciencia”. No queda otra.