Benjamin Caligari realiza un bono solidario para quien desee contribuir en el tratamiento de su madre, Flavia Alday, quien atraviesa una complicada enfermedad hace dos años. Conocé más en esta nota y participá difundiendo.
Se trata de Flavia Alday, de 42 años, quien en pandemia desarrolló una enfermedad derivada de la bacteria Actinomyces luego de un tratamiento de conducto sin indicación de estudios previos. Hoy, su familia pide ayuda para su tratamiento, que no se encuentra disponible en la provincia y es increíblemente costoso.
La cirugía que necesita vale más de 6mil dólares, sumado a la necesidad de la presencia de un equipo adicional de hematología debido a una enfermedad de base que padece Flavia, enfermedad de Von Willebrand.
«Es una infección que ya tengo tomada hasta la mandíbula. Necesito cirugía en ambos maxilares y extraer 11 o 12 piezas dentales. Estoy con suplementación y un montón de cosas. Cada vez va empeorando mi estado de salud y lo tengo que hacer rápido», expresó Flavia que, junto a su familia, vive en Neuquén hace 16 años y hoy espera un milagro traducido en solidaridad que la ayude a recuperar su salud.
«Los medicamentos que tengo que conseguir son del exterior. Actualmente tengo un gasto de entre 800 y 1000 dólares al mes y es por eso que pedimos ayuda». Flavia intenta realizarse una compleja cirugía que no está disponible aún en Neuquén, sus otras opciones son Córdoba y Salta.
Hace unos días, su hijo Benjamín, acudió a la bondad de sus seguidores en Instagram y publicó la rifa en colaboración al tratamiento de su mamá. El bono solidario para la causa Flavia Alday, tiene un valor de tan sólo 500 pesos y puede abonarse a través de Mercado Pago por el siguiente link:
Más de 15 emprendedores participan de los premios, que incluyen desde cena para dos personas, mates, cuadros pintados a mano, órdenes de compra, a 4 noches en Las Grutas.
La historia de la enfermedad de Flavia Alday
«En pandemia empecé con una pelotita en una encía, sin dolor», comenzó contando Flavia, «recurrí a mi odontóloga, que había dejado de trabajar con mi prepaga, y bueno cobraba la verdad 3mil sólo por el material que debía utilizar y demás, es decir, que una visita con ella eran unos 10mil pesos. Así que bueno, recurro a mi obra social y me derivan a otra persona que me realiza un tratamiento de conducto, sin panorámica, sin hacerme nada», prosiguió.
A los diez días Flavia había desarrollado un absceso supurante en otra zona de la boca, en otra muela, por lo cual fue sometida a otro tratamiento de conducto sumado a la incrustación dental.
Fue cuando su salud comenzó a desmejorar rápida e inexplicablemente, «empecé a casi no poder caminar, como me está pasando ahora. Dolor de caderas, de piernas». Con mucha incertidumbre sumada al dolor, ella sentía que algo pasaba, que perdía su flexibilidad y su bienestar.
En esos días inciertos, Flavia padeció dolores en el nervio trigeminal en dos ocasiones, una de las cuales se prolongó durante siete días. «Ya no aguantaba más, el dolor en el trigémino no te deja pensar, no te deja vivir. Me inyectaron en una guardia, me decían que había pasado el umbral del dolor», expresó.
Las visitas constantes a distintos odontólogos continuaban cuando ella, frustrada, recurre a la ginecóloga, a quien le comenta «siento que mi salud va desmejorando cuando yo era una persona completamente sana». Luego, los estudios interminables.
Chequeo general. Todo da bien, sale perfecto. Excepto el flujo vaginal, donde la ginecóloga encuentra la bacteria Actinomyses y decide derivar a Flavia al infectólogo, quien la medicó y advirtió que la bacteria «no tiene mucha cura».
«Los dolores no pasaban ni mejoraba ni nada. Seguía yendo a odontólogos, los cuales algunos dejaron de prestar el servicio. Llego a otra persona que tomaba pacientes recurrentes de mi obra social con un pedido de Cone Beam. A todo esto había estado consultando con médicos del exterior que me decían que el problema estaba en la boca».
«Tuve la negativa del infectólogo ante una Cone Beam, que es una tomografia de la boca y de la odontóloga tan reconocida de Cipolletti». Nadie quiso entregarle el estudio, por lo cual, y gracias a contactos familiares, consigue realizarlo nuevamente en manos de un profesional de odontología biológica quien, junto a tres personas más llegan al diagnóstico actual de Flavia Alday.
«Confío en que recuperaré mi salud», sostiene esperanzada Flavia mientras cuenta su historia al diario N24hs.