Ya a principios de año el sector advertía sobre las dificultades para embotellar vinos. Ahora, un incendio en una de las principales cristalerías empeoró la situación. Por eso, las empresas le piden al Gobierno que libere la importación de envases para no frenar sus propias exportaciones.
La industria vitivinícola atraviesa un presente complejo. Lejos de verse afectado por la pandemia, durante los meses de cuarentena estrictica, el consumo de vino creció, generando un alza del 37% en 2020. Aunque las ventas internas volvieron a retroceder en lo que va de 2021, las exportaciones tuvieron performances alentadoras. Pero existe un problema que es una amenaza concreta para esas proyecciones: la falta de botellas, que se agravó en los últimos días, al tal punto que el sector vitivinícola le pidió al Gobierno que libere la importación de ese insumo crítico.
En enero de este año, los principales jugadores del mercado ya describían un escenario complejo. Las cristalerías no daban abasto con la demanda, no sólo en la Argentina sino en el mundo, como consecuencia del alza en el consumo durante la pandemia.
«El problema principal es el producto local. Si la industria, hoy, necesita 100 millones de botellas, las de fabricación nacional no llegan al 50%. Todas las bodegas, chicas, medianas y grandes, estamos con este problema», explica Mauro Villarejo, dueño de la bodega El Trapezio.
En la última semana, este escenario se agravó por la explosión en uno de los hornos de la fábrica de vidrio Verallia, en Mendoza, que es una de las principales proveedoras de botellas de vino para las bodegas locales.
«La explosión fue hace unos 10 días. Otro proveedor (Cattorini Hnos), aprovechó y puso en funcionamiento un nuevo horno para producir al mercado local. Sin embargo, no da abasto. Es algo que ya veníamos anticipando», describe Villarejo.
En el corto plazo, «todavía no sabemos que va a pasar; Verallia va a abastecer limitado; El 70% de lo que usamos para exportar es Verallia, al igual que las botellas de espumantes».
Es que del total de botellas para vinos, el 60% las produce Cattorini; el 35%, Verallia; y el 5%, restante Cristalerías Rosario, según se precisa en un documento que ejecutivos del sector le presentó al Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y que se filtró a la prensa.
Sin embargo, esa participación se modifica a la hora de exportar el producto: el 70% de los envases que se despachan al exterior son de Verallia y un 30% de Cattorini. En espumantes, Verallia concentra el 95 por ciento.
«Hay escasez a nivel mundial. Existen problemas con los fletes marítimos, por la pandemia se sacaron muchos contenedores del agua y no se volvieron a poner, lo que hizo que el flete marítimo aumentara muchísimo», agrega Pedro Soraire, director de Exportación de la bodega Malma.
El incendio de Verallia complicó más el escenario. «El stock con el que contaba la fábrica ya está sobrevendido», resalta. Además, tampoco es tan fácil importar estos productos. «En pandemia, muchos insumos se destinaron para usos médicos, por lo que también es difícil traer botellas del exterior: hay una escasez a nivel mundial», resalta Soraire.
Respecto al mercado externo, el INV resaltó que la Argentina tuvo un crecimiento en sus exportaciones de 400 millones de litros de vinos, es decir, un alza del 35% en volumen. El país saltó del puesto número 11 al 8 en el ranking de exportadores mundiales de vino.
Pero muchas bodegas temen no poder cumplir con sus acuerdos comerciales por la compleja situación que atraviesa la industria del vidrio. Así, de hecho, lo resaltó José Zuccardi, titular de Coviar, la corporación público-privada de la industria, y de la bodega que recibió, por tercer año consecutivo, el galardón de ser la mejor del mundo.