YPF inició obras por casi u$s150 millones en su refinería de La Plata y prevé desembolsos por otros u$s360 millones en los próximos años para aumentar el procesamiento del petróleo de Vaca Muerta.
El Complejo Industrial La Plata (CILP) de YPF fue inaugurado en 1925, ocupa 350 hectáreas mayormente en la localidad de Ensenada, posee 26 plantas de proceso, 8 de servicios auxiliares, parque de tanques y opera dos oleoductos de 1.165 km de extensión con 12 estaciones de bombeo y dos poliductos de 1.790 km con 11 estaciones. Allí se producen más de 14 productos combustibles y petroquímicos como naftas, diésel, fuel oil, JP1 (para aviones), lubricantes, asfaltos, propano y el polipropileno y el coke, que es un subproducto del complejo que se utiliza para generar más combustibles luego de un primer destilado. También produce 14 productos básicos para lubricantes. De sus 16 estaciones de despacho salen más de 100 camiones de combustibles por día con 30.000 litros cada uno. En pandemia el despacho cayó a menos de 50 camiones diarios, pero hoy ya regresó a su nivel habitual.
El crudo llega al parque de tanques del Complejo donde se almacena y con una bomba se envían a las tres plantas destiladoras o Toping. El crudo se precalienta en un tren de intercambio, que se utiliza para aprovechar corrientes de procesado. También tiene una etapa de desalado, para extraer las sales que tiene el crudo, para que no formen productos de corrosión. El crudo desalado se vuelve a precalentar en un horno a 350 grados centígrados y después entra a la torre fraccionadora. Allí, unos platos separan los distintos componentes según su punto de ebullición. Los más livianos salen “por cabeza” (por arriba) y también hay cortes laterales de nafta pesada, kerosene, gasoil y gasoil pesado, entre otros. Lo que no destila sale por el fondo, que va a una unidad de vacío para una nueva destilación.
El tren que procesa el crudo que viene de Neuquén y Río Negro, que por su composición es más apto para la producción de lubricantes, utiliza los cortes de la torre de vacío, se separan según su viscosidad y se los procesa para hacer bases lubricantes, que luego con el blending y la inyección de aditivos se llega al producto terminado.
Al crudo de Neuquén-Río Negro, que en La Plata se le llama Medanito, se le suma el shale de Vaca Muerta, y se lo procesa en los Toping para hacer lubricantes. Según comentó Manuel Alardi, gerente de lubricantes de la refinería, el crudo neuquino tiene un rendimiento más bajo en fondo, con un poco más de azufre, y mejor rendimiento en naftas, gasoil y destilados, con una composición más parafínica, de enlaces simples, que sirve para hacer bases lubricante. “Desde que se empezó a desarrollar Vaca Muerta en los últimos años fue incrementándose la proporción de shale en la corriente de lubricantes. Antes el crudo que venía de la cuenca neuquina era un convencional, pero hoy estamos en 60% de shale en esa corriente”, especificó Alardi, garante de los Toping C, D y IV y de la producción de lubricantes de YPF.
El boom de producción de Vaca Muerta obligó a los refinadores a adoptar medidas importantes. En septiembre pasado YPF completó con éxito la puesta en marcha de la planta Catalítico A, lo que implicó más 70 días de trabajo continuo de 800 operarios especializados y una inversión de u$s30 millones. Se realizaron tareas de apertura, limpieza, inspección y reparación en 116 equipos, y se completó la reparación y el cambio de 640 válvulas. Los trabajos incluyeron 130 tareas metalúrgicas y el reemplazo de 550 líneas de agua de refrigeración. También se reemplazó una turbina a vapor por un moderno generador eléctrico, que brinda mayor eficiencia energética y seguridad. YPF informó que se trata de un generador de una potencia de 3500 KVA, que permitirá un ahorro de 25 toneladas de vapor/hora.
Con el incremento del procesamiento del shale el diseño de la planta encuentra “cuellos de botella”. Por ejemplo, con el crudo de Vaca Muerta, que aporta mucho caudal de naftas, se reduce la capacidad de condensarla y se tienen que adecuar las plantas. “Ahora la obra que se está haciendo en el Toping D es agregar intercambiadores de calor y una torre denaftadora, que va a eliminar los componentes livianos antes de entrar al horno, y se va a poder aumentar el procesamiento de la planta y eliminar los cuellos de botella en el horno y en el sistema de condenación de cabeza”, detalló Alardi.
Las obras en el Toping D están en la etapa civil, con la ejecución de pilotes, a cargo de la empresa AESA, la constructora de YPF. La inversión total es de casi u$s150 millones. Para fines del 2023 estará en marcha y permitirá aumentar el tratamiento de 420.000 m3/hora de shale oil a 560.000 m3/hora. Eso equivale a casi un 25% más de procesamiento del crudo de Vaca Muerta.
También se anunciaron inversiones complementarias por u$s360 millones más para obras menores de renovación de una planta de hidrotratamiento de naftas (HTNFCC), la construcción de una nueva (HTNC B) y para poner a punto una unidad en desuso (magnaforming).
Según comentó Pablo Rizzo, gerente general de la refinería, al aumentar la producción en Vaca Muerta se espera que para los próximos años se produzca una cantidad de crudo equivalente al nivel de procesamiento, al tiempo que crece la expectativa de exportarlo a Chile. “El oleoducto trasandino hoy está fuera de servicio, pero se le han hecho todos los mantenimientos porque una vez que se incremente la producción de shale oil la idea es evacuarlo en crudo. En el Plan estratégico indica que en 2023 tendremos saturada la capacidad de refinación propia y a partir de ahí habrá saldos exportables, seguramente será para 2025”. Ese año la refinería cumplirá su primer centenario.