Alberto Sachetti embistió a Michelle Álvarez frente al Aeroparque metropolitano. Se dio a la fuga y nueve días después fue detenido, denunciado por un mecánico. Seguirá en libertad.
Indignación y dolor es el sentimiento de los familiares y amigos de la estudiante neuquina Michelle Tamara Álvarez, de 21 años, que falleció luego de ser arrollada 30 metros por un taxi conducido por Alberto Sachetti, quien luego del hecho se dio a la fuga. Según la resolución judicial de la tarde de este lunes, la condena para el hombre será de sólo tres años.
El 16 de julio a las 23:55, Michelle se encontraba junto a un amigo que la había acompañado desde La Plata, donde estudiaba odontología, esperando un vuelo que salía a la mañana siguiente con destino a Neuquén, donde iba a pasar las vacaciones de invierno en Zapala, localidad de donde era oriunda.
Sin embargo, a la altura de la avenida Costanera Rafael Obligado es arrastrada por un taxi unos 30 metros. Tras ello, el conductor del vehículo escapó sin asistir a la víctima y fue detenido nueve días más tarde cuando lo denunció un mecánico a cuyo taller había llevado el automóvil Volkswagen Suran para repararlo.
La familia de la víctima mortal expresó en declaraciones a la prensa su malestar por el acuerdo alcanzado en juicio abreviado, celebrado entre la fiscal subrogante Mónica Cuñarro y el imputado Alberto Roque Sachetti. El hombre, de 65 años, reconoció su culpabilidad y evitó ir a juicio oral.
«Frente a esta noticia y en oportunidad de expresar su opinión, la familia solamente tiene palabras de indignación, falta de contención judicial e impotencia«, manifestó la familia de la joven, según informó a la agencia DyN su abogado, Boris Besoky. El defensor consideró «insuficiente la pena acordada» y dijo que «sólo quedan para la familia y amigos de Michelle palabras que invocan sentimientos de dolor, bronca e impunidad, no ajustándose ni mínimamente a todo el daño causado por el asesino».
Asimismo, calificó de «miserable» la actitud del imputado por haber escapado del lugar del siniestro y sostuvo que con esa actitud «agravó aún más el sufrimiento que ocasionó y refleja su claro intento por lograr impunidad».
El abogado de la familia afirmó que el taxista «no tuvo ni una pizca de humanidad para detenerse y socorrer a la persona que había colisionado». «Tampoco tuvo ningún tipo de remordimiento para, en días posteriores, presentarse en alguna comisaría o juzgado para confesar lo que había ocurrido y solamente pensó en hacer desaparecer todo rastro de lo acontecido haciendo reparar su vehículo», sostuvo Besoky.